Me ven...

Entrevista : Pampita Mamá




Pampita mamá
“El balance de mi vida es muy positivo: estoy donde quiero estar”
Sin gym, y en menos de un mes, recuperó sus curvas para volver a las pasarelas y la tevé. Enamoradísima del chileno Benjamín Vicuña, la top presenta a Bautista, su segundo hijo, y habla de todo: Por qué aceptó el desafío de sumarse al nuevo Bailando por un sueño. Cómo hizo para perder centímetros y peso en tiempo récord. ¿Reincidiría en el casamiento...? Más madura y tranquila, admite que sueña con una familia numerosísima y promete tener muchas panzas más.

Carolina Ardohain no dice la edad: “Ni por complejo, ni nada. Es una cuestión femenina. Si pudiera, ni mi marido sabría cuántos años tengo”. Son las diez de la mañana de un lunes y la top model del staff de Pancho Dotto llega a un café de Palermo lista y sin maquillar. A cara lavada, con los ojos algo hinchados por culpa de una noche de llanto, se pide un té con leche, un agua sin gas y tira la primera sonrisa publicitaria de las muchas que regalará durante la charla. Viene a hablar de su vuelta. Del regreso de Pampita…
–Feliz, pero agotada. ¿Me equivoco?–¿Conocés a alguna flamante mamá que duerma bien por las noches? Los primeros meses son duros: teta cada dos horas, cambio de pañales, masajitos por los gases, cantos para que logre el sueño… Igual Bautista es bueno, un sol, pero me necesita las veinticuatro horas del día y no me da mucho descanso todavía.
–Pero tiene un mes y ya te deja salir a trabajar.–Sí, con Blanca (de casi 2 años) fue igual. Creo que los hijos deben adaptarse a uno y los míos, por suerte, son muy gambas. Me resulta fundamental tener mis tiempos. Necesito mis espacios para el trabajo o algo tan fundamental como darme una buena ducha sin interrupciones. Para eso delego en la niñera que viene con nosotros a todos lados para ayudarnos.
–A los cuarenta días de tener a Blanca habías recuperado tus curvas con 400 abdominales diarias. ¿Qué hiciste esta vez?–Abdominales no pude, porque después de un largísimo trabajo de parto terminé en cesárea, y hasta que no te sacan los puntos y el obstetra no te da el alta médica, el esfuerzo está prohibido. Pero a los diez días me interné en III Millenium, un centro de estética al que voy siempre, para hacerme todo: contractotes, drenaje linfático, terapia con hielo… En un mes recuperé curvas y volví a mi peso. En este segundo embarazo aumenté once kilos, igual que en el anterior, pero los bajé mucho más rápido. ¡Y eso que comí como nunca, me di todos los gustos! Además, soy de las que les encanta comer rico: pastas rellenas, helados, torta…
–¿No tenías la presión de volver a trabajar?–No, no. La prioridad era Bailando por un sueño, el programa de Tinelli, pero nadie me presionó para que llegara a la fecha, y llegué igual. Es más: arranqué abril con la agenda completísima: el jueves 3 ya estaba otra vez arriba de la pasarela, abriendo el desfile aniversario por los quince años de Claudio Cosano. Esta semana arranco en Bailando. Y para el 24 viajo con Bautista a México por un día, para participar del Acapulco Fashion Nextel con Pancho Dotto, mi querido manager, y otras chicas de la agencia. Ah, y me animé al cine: en unos meses viajo a Chile para filmar Súper, una peli donde soy la única argentina y la única que no es actriz. No tengo mucha expectativa con eso, porque es un papel chiquito, pero lo disfruto y me encanta que me hayan invitado. Creo que en la vida hay que ir dando pasos chiquititos y atreverse a todo. Como verás, ya volví.
–¿Cómo fue regresar a la Argentina?–Bárbaro. La verdad es que Benjamín se adaptó muy bien. Nos instalamos en un departamento cómodo. Anotamos a Blanca en un taller de música que queda a dos cuadras de casa. Va un par de horas a la semana porque le fascina bailar, cantar... Ahora se la pasa tocando los toc-toc y el triángulo todo el día, a toda hora.
–¿Fue un pacto de pareja que Blanca nazca en Chile y Bautista acá?–No, para nada. En realidad, Benja firmó contrato para trabajar en Buenos Aires, y por eso decidimos instalarnos desde enero. Ese fue el motivo verdadero, porque en Chile yo estoy muy a gusto; la gente me trata muy bien allá. Coincidió todo, nada más. Si no le tocaba a Bautista, quizá le hubiera tocado a cualquiera de mis otros hijos.
–¿Pensás tener más?–Siií. Prepárense, porque voy a tener unas cuantas panzas más. Si me dan las manos, hasta cuatro o cinco hijos no paro. Sueño con la familia numerosa.
–¿Y el padre qué dice?–También; le encantan. Benjamín es peor que yo: si fuera por él, hasta quince chicos no para. Es re-papito, los disfruta muchísimo. Está enamorado de sus hijos y yo también. Bautista es un cachorro y Blanca es una coqueta que nos tiene muertos de amor.
–¿Ya demuestra sus celos?–No, no. Todos me lo preguntan, pero no. No está celosa, al contrario. Ella siempre tuvo re-buen carácter. Además, sigue siendo la reina de la casa. Tiene un año y diez meses, es chiquita todavía, y sabe que cada cosa, cada gracia nueva que hace, estamos todos festejándosela.
–¿Cuándo te casás, Pampa?–(Risas) No quiero planteármelo hasta que se pueda; si no, va a perder toda la magia y la fantasía que debería tener. Ahora no quiero pensar en eso. Pero no es que no me gustaría… ¡Cómo no me va a gustar casarme con el padre de mis hijos! Ya se va a poder, pero por ahora no quiero darle importancia.
–¿Qué valorás de Benjamín?–Es el hombre que le da alegría a mi vida. Tranquilidad también. Valoro un montón tener un amor así, calmo, sin incertidumbres. Hoy tengo la seguridad de estar viviendo una historia de amor sólida. Nuestra relación de pareja es muy sana y cariñosa. Y está bueno saber que podemos seguir teniendo hijos, porque hay una base fuerte. Así, planear a futuro es un placer. El sabe que yo soy su mujer y yo sé que él es mi hombre… Tuvimos suerte en que funcionara. Los dos fuimos lanzados, y nos salió bien.
–Eso significa que en su momento tuviste tus dudas…–Y, la posibilidad de que fracasara existía, estaba... Pero yo me arriesgo en esta vida. Prefiero vivirlo y que salga mal a quedarme con la duda.
–¿Cómo hacen ahora para encontrar sus momentos de intimidad con dos chicos chiquitos?–Jamás los perdí, porque como mamá soy muy organizada: ¡a las ocho mis hijos se van a dormir, sí o sí! Como somos medio nómades, para que no desesperen los acostumbré a tener sus horarios. Como cambian permanentemente de país, de cama, de niñeras, ese orden les da cierta tranquilidad. Además, Benjamín se ocupa mucho de ellos. Está en el juego y también a la hora de los límites.
–No parás de nombrarlo…–Sí, cierto. Pero es que estoy re-orgullosa de él y se merece todo esto bueno que le está pasando. Porque además de ser un excelente actor, es un buen padre, un buen compañero, un buen marido, una buena persona…
–¿Qué extrañás de Chile?–Nada, todo lo que me importa, que es mi familia, está acá, conmigo. Donde estén ellos, yo estoy feliz.
–Vos allá tuviste que arrancar de cero…–Sí, totalmente. Al principio era la novia, o la mujer, de Vicuña. Recién cuando bailé con Bautista en mi panza para la versión chilena de Bailando por un sueño me hice más popular. La pasarela, el trabajo de modelo, son más fríos y distantes. Gracias a ese programa sentí un antes y un después con la gente. Llegué a la semifinal embarazada de seis meses… ¡imagináte!
–¿Y este sueño cómo es?–Divino, un gran motivador, me inspira, me dan ganas de afrontar todas esas horas de ensayo y todos los meses que me esperan. Yo me lo tomo muy en serio. No es algo personal, no quiero ganar yo: es una responsabilidad que siento con ese sueño hermoso… El fin es ayudar a Nicolás Armengol para que se refaccione la sala de expresión de la sección Oncología de la Fundación Garrahan, donde se atienden entre 70 y 100 pacientes por día.
–¿Pusiste muchas condiciones antes de dar el “sí”?–Nooo. Ninguna. Hay mitos: yo creo que se genera una cosa para ver quién es más estrella que la otra. Lo que sí tengo es camarín propio porque voy a ir con mi hijo, que tiene que dormir, y lógicamente va a estar la niñera para cuidarlo, pero nada más.
–¿Hoy podrías vivir sin trabajar?–Sí, totalmente. Pasa que me gusta lo que hago. Pero si el día de mañana no encontrara un proyecto que me tiente, me quedaría en mi casa sin culpa alguna. Todavía me siento una afortunada por poder elegir. Pero lo de dejar todo es algo que me planteo muy seguido, por la carrera que está haciendo hoy mi marido…
–¿Sacrificarías una propuesta tuya para seguirlo?–Su carrera tiene tanto por crecer y él es tan talentoso que no me gustaría nunca que dejara de hacer algo porque no lo apoyó la familia. Y digo familia porque no soy sólo yo: esas decisiones incluyen a los hijos. Si se va seis meses a filmar a otro país, necesita verlos crecer, tenerlos cerca, llegar de trabajar y tener un hogar. Eso lo tengo re-claro. Y quiero que tenga alas, que pueda elegir lo que le sirva. Yo me adapto. Hoy pienso por los cuatro. Y si me tengo que hacer diez viajes por mes a la Argentina, los haré. Fue lo que hice siempre. Benjamín cuenta con eso. Lo sabe. Como yo sé que para todo cuento con él. Encontramos nuestro amor. Por suerte.
–¿Sos de parar la pelota para hacer balances?–Sí, totalmente. El último fue no bien tuve a Bautista.
–¿Y…?–Es muy positivo: estoy en el lugar que quiero estar. Tengo la familia que busqué y trabajo de lo que me gusta. Lo de ser mamá siempre estuvo conmigo, sólo que no se daba… Y cuando encontré a Benjamín lo charlamos y enseguida nos pusimos en campaña. Me enorgullece poder decir que tengo los dos hijos que busqué tener con el hombre que quiero tener a mi lado. Porque todo fue buscado, programado, muy deseado. No fue casualidad tener dos hijos tan seguido. Los dos nos organizamos para que así sea.
–¿En lo laboral también estás realizada?–Estoy llena de sueños y proyecto mucho todavía, pero también en ese sentido estoy donde quiero estar. Y eso que al principio no me fue fácil, porque era chica y vino todo muy rápido. Hoy soy otra: me siento más madura, más tranquila, más mujer. La maternidad tuvo mucho que ver con todo ese cambio, con esa transformación.
–¿Hablás de la época mediática de tu separación, de cuando estabas enojada con los medios?–Estaba confundida, no enojada. Estaba apabullada. Hubo un tiempo en que estuve muy expuesta. La falta de experiencia, la juventud, no me permitieron ver las cosas claras. Antes me hacía drama por cualquier cosa. Nada era tan grave. Si volviera atrás en el tiempo haría todo de otra manera.
–Bien, noto que tus balances incluyen el mea culpa.–Si no, no tienen sentido. Pasé por muchas etapas desde que arranqué en esto hasta hoy. ¡Fue todo tan mágico…! Ver que estás viviendo lo que soñaste algún día, tus primeras tapas de revista, que te reconozcan por la calle... ¡es impresionante, impresionante! Es muy fuerte, imposible de explicar si no lo vivís. A mí me confundió un tiempo. Sucede que, a veces, la presión mediática logra peleas que no se hubieran generado sin esos rumores. Yo nunca me sentí odiada. No soy ninguna víctima de esta profesión; al contrario, le estoy muy agradecida. Igual, en ese momento no lo podía ver. Sin duda tuve que pasar por todo, hacer mi propia experiencia para llegar hasta acá, a este momento tan pleno. Ahora que conozco las reglas de juego, todo me resulta mucho más fácil y llevadero. Hoy sólo me digo: Pampa, ¡a disfrutar!